Un repaso a los post que he ido publicando en este blog así como la experiencia diaria los últimos meses en mi relación con fundaciones, empresas y administraciones, me ha abierto los ojos a una certeza.

Me encuentro con muchas personas y oganizaciones que hoy día piensan, proponen y actúan con esquemas mentales del año 2007, cuando la realidad es extraordinariamente diferente para todos, ni hay dinero para mantener ciertos modelos.

Estamos en un momento de cambio radical tanto para las fundaciones como para el fundraising, y como és lógico, las resistencias al cambio son más que evidentes, a pesar de que muchas de ellas responden a intereses corporativos, simplemente a una agenda electoral a corto plazo, o a lógicas resistencias mentales y de las propias organizaciones al cambio.

En las actuales agendas políticas, centradas en los recortes de presupuesto, se hecha de menos planteamientos innovadores, cuando la UE va a orientar al estrategia financiera 2020 en la innovación en todos sus ámbitos como eje central de los fondos estructurales, y del que la innovación social va a ser uno de sus fundamentos.

Hacer más con menos, redefinir nuestros procesos, crear nuevos modelos híbridos de organizaciones, el pago por resultados, alternativas a los instrumentos clásicos de financiación como los bonos sociales, son algunos de los puntos de la agenda que tenemos enfrente los próximos meses y años, y hay que empezar a prepararse para ello.

Yo ya he decidido dar el paso hacia la innovación social, hasta el punto de incorporar la innovación social en el título de mi blog,  y os invito a hacerlo. No será un camino fácil para las administraciones y para las fundaciones, pero la estrategia a seguir parte de crear un ecosistema que facilite la innovación social, por que la innovación no se crea desde los despachos, está ahí y hay que dejarla emerger, sobre todo ahora que es primavera.